Soria y en Neocubismo

Soria y en Neocubismo
"Poco es decir que vivimos en un mundo de símbolos, un mundo de símbolos vive en nosotros" "LA MIRADA DEL OTRO 6" Segorbe 2017 "La mirada es como el mar, cambiante y reverberante, reflejo a la vez de las profundidades marinas y del cielo." Desafiante, soñadora, ausente, misteriosa, perturbadora, expresa todas las pasiones que alberga el alma. Como símbolo mágico se transforma en un instrumento que puede matar tanto como reanimar, seducir como fulminar, expresar palabras y generar silencios. Con significado propio, va más allá de los ojos que la originan, la mirada no solo concierne al que mira, sino también al que es mirado, ya que se experimenta una reacción al ser (y saberse) observado. De esta manera, la mirada del otro puede considerarse como un espejo que revela y enfrenta, al mismo tiempo, el interior de dos seres.

sábado, 14 de noviembre de 2015

PARIS, UN ANGEL PASÓ POR NUESTRA VIDA






El amor entre un hombre y un perro es un idilio. En él no hay conflictos, no hay escenas desgarradoras, no hay evolución", escribía Milan Kundera en La insoportable levedad del ser. En la novela, la protagonista, Teresa, llega a pensar que el amor que siente por su perra Karenin es mucho mejor que el que siente por su marido.

Este sentimiento se repite en un sinfín de obras artísticas y se condensa en una frase, “Cuánto más conozco a las personas, más quiero a mi perro”, que ha sido atribuida a decenas de autores. Hoy, un equipo de científicos ilumina este proceso de enamoramiento entre los perros y sus dueños: retroalimentan su felicidad mirándose a los ojos.


Los investigadores, encabezados por el veterinario japonés Takefumi Kikusui, metieron a 30 perros con sus dueños en una misma habitación, durante 30 minutos, y observaron lo que ocurría: miradas, caricias, voces mimosas. Y, antes y después del experimento, midieron la cantidad de la llamada hormona del amor, la oxitocina, en la orina tanto de las mascotas como de los amos.


Las conclusiones de Kikusui, de la Universidad de Azabu (Japón), son sorprendentes: cuanto más se miraban a los ojos los perros y sus dueños, más oxitocina producían sus cerebros. 

“Estos resultados respaldan la existencia de un bucle de oxitocina que se autoperpetúa en la relación entre humanos y perros, de una manera similar a como ocurre con una madre humana y su hijo”, lo  el equipo de Kikusui, que publica sus conclusiones en la portada de la prestigiosa revista científica Science. Durante el proceso de domesticación, a lo largo de miles de años, los perros habrían evolucionado para imitar un comportamiento, la mirada de los niños, que provocaba recompensas y mimos. “El alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada”, recitaba el poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Kikusui dice lo mismo, pero de los perros y sus dueños.

Las implicaciones del estudio son importantes desde el punto de vista médico. Los resultados apoyan las terapias con perros para personas con autismo o trastorno de estrés postraumático, dos patologías en las que, de hecho, se está empleando la oxitocina como tratamiento.

Nunca te olvidaremos Paris ,un ángel pasó por nuestra vida. Siempre estarás vivo en nuestro corazón.



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